La actividad ganadera juega un papel clave en este contexto. La evaluación del PEF de la piel requiere un análisis de toda la cadena de suministro empezando desde el origen, es decir, desde la cría de ganado. En procesos multi-funcionales como es el de la producción de carne, el impacto debe imputarse en los diferentes productos resultantes según criterios económicos, físicos o biofísicos.
Durante la iniciativa Single Market for Green Products, el sector de la piel apoyó la asignación cero para el cuero y las pieles en bruto ya que son subproductos, recuperados provenientes de otros procesos de producción. En este punto la Comisión Europea consideró que todo producto con valor económico no puede ser considerado “desecho”, rechazando por tanto temporalmente la propuesta de asignación cero para dichos subproductos, obligando a la industria del cuero a asumir la parte correspondiente de impacto ambiental comprendida en la cadena de producción; admitiendo que podemos estar hablando de relativamente pequeñas cantidades en términos de porcentaje, debemos concluir que, en algunas de las categorías, el impacto ambiental que debe asumirse tiene una importancia significativa.
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