Los primeros humanos necesitaban cazar para obtener carne como parte fundamental de su dieta.  A pesar de que la sostenibilidad era un tema desconocido para ellos, no desperdiciaban nada ya que los animales cazados proveían mucho más que comida; cuernos, garras, cascos y pezuñas eran utilizados como amuletos, agujas para coser o como armas.  También aprendieron a utilizar la piel y el pelo.  Descubrieron que lavando las pieles en un charco con madera vieja conseguían que las pieles no se pudriesen sobre sus hombros y les sirviesen de abrigo.  Aprendieron a tratarlas y a convertirlas en piel curtida.  Con el tiempo, se mejoró el proceso de secado, salado y curtido, permitiendo dar  una segunda  vida a la piel siendo el arte del curtidor el que permite que ésta pueda ser  más suave, duradera y resistente a las inclemencias del tiempo.

Nuestras pieles provienen de los animales que criamos para la producción de alimento (ganado, ovejas, cabras, conejos y ciertos tipos de peces), y su piel es por tanto un residuo que los curtidores recuperan y reciclan.  

El proceso del curtido ha evolucionado a través de los siglos para convertirse en una actividad respetuosa con el  medioambiente, así como segura para los trabajadores (ver video). Los lugares en el mundo donde el proceso del curtido y las condiciones de trabajo son inaceptables son cada vez menos. El International Council of Tanners (ICT)  y todos sus miembros rechazan y condenan dichas prácticas que, bajo ningún concepto representan la actual industria del curtido, moderna y tecnológicamente avanzada, ni a sus artículos.

Sin embargo, algunas cosas no han cambiado:  el hombre sigue intentando conseguir el máximo de los   residuos de la industria cárnica, especialmente las pieles.  Hoy, la piel sigue siendo un material muy atractivo.  La piel genuina transporta humedad y regula la temperatura del cuerpo, consiguiendo que sea muy cómoda de llevar.

Cuando un material tiene tantas grandes propiedades, es normal que sea imitado, así que, vigile las falsificaciones que aprovechan el buen nombre y reputación de la piel genuina.  Dichas imitaciones no son piel y es ilegal denominarles como tal en los estados miembros de la UE y en otros países.  ¡Las características de estas imitaciones ni siquiera se aproximan a las virtudes de la piel genuina, como transpirabilidad, durabilidad, sostenibilidad y belleza!!